La barriada

La barriada

“Creí que era una aventura
y en realidad era la vida”
JOSEPH CONRAD

La turbamulta baja la calle llena de consignas y tabaco de liar.
Hasta allí acuden los adictos a las colas y los fiascos,
a las tardes darwinistas que seleccionan y moderan.
Esta es la vida de la barriada, la peripecia de la salutación,
la aventura definitiva del tránsito y las quimeras.

Esta es la sinéresis de una tarde de compromisos,
una urticaria de solicitudes y de estruendos,
de bóvedas proyectadas por galaxias irreales,
una vileza de plafones y farolas intermitentes.

Semejante barriada de sombras y humedades
tiene su última morada en el padrón de los menesterosos,
en la dinastía de los soñadores inclementes,
de los fracasados, de los ausentes traslucidos.
La barriada es mísera, derrotista y misántropa.

La turbamulta que ya no es multitud,
regresa por la calle sin consignas ni tabaco.
La barriada que ya no es ni obrera a estas horas
abandona las banderas y los pasquines,
claudica, y se cena dos huevos fritos de convenio,
un salteado de compromisos y abandonos.

La barriada como la vida es una aventura,
un librillo de hojas para tabaco de liar.

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